Muchas conocéis ya a Gioconda Belli, esa gran poeta y escritora nicaragüense con melena de leona. Como buena leona, sabe defender su lugar en el mundo, tanto en lo político y social, con su participación activa en la Revolución Sandinista y en la posterior política de su país, como en el terreno de género a través de su poesía y sus novelas que han supuesto un acercamiento de las letras a la riqueza del imaginario femenino. Seguir su obra nos lleva a hacer un viaje por la evolución de una mujer que toma conciencia sobre la necesidad de contar en primera persona lo que supone ser una mujer fiel a su esencia y comprometida con su tiempo.
Es una de las poetas más reconocidas de Latinoamérica, y su obra, que cuenta ya con 7 novelas, 8 libros de poemas y dos libros infantiles, está traducida a más de 14 idiomas y cuenta con una larga lista de premios y reconocimientos a nivel internacional. A pesar de su éxito, cuando le preguntan, no duda en afirmar que aún hoy en día la calidad de las escritoras latinoamericanas no se reconoce dentro de lo que se denomina como “literatura seria”. Ella dice que no hace “literatura femenina” sino una literatura que tiene por protagonista a la mujer.
Revolucionaria
Los versos de Gioconda causaron revuelo en su momento porque eran también revolucionarios, se atrevían a hablar de cosas que hasta entonces habían quedado relegadas a un pudor de siglos. Para Gioconda es natural escribir de lo que vive, de su cuerpo, del de su amado, de la naturaleza que la ha rodeado con fuerza en su Nicaragua natal, de las distintas experiencias de vida por las que pasa una mujer… Escribiendo poesía se siente como una medium que es traspasada por sensaciones, visiones…Escribir novelas le servirá para contar cosas que no podría hacer a través de los versos, para viajar en el tiempo o plasmar utopías… Pero para ella, la poesía es vital porque le sirve para agarrar el presente y tratar de comprender el mundo.
Sus poemas reflejan sus vivencias y en ellos comparte experiencias de mujer en sus más diversas facetas. La mujer deja de ser el objeto pasivo de la poesía, la musa, para convertirse en la creadora de la misma y por tanto, nos describe en toda su amplitud lo vivido. Poemas de guerrillera en sus años de la Revolución Sandinista… “el hombre que me ame reconocerá mi rostro en la trinchera/rodilla en tierra me amará mientras los dos disparamos juntos/contra el enemigo”. Poemas sobre las diversas vivencias del cuerpo, sobre menstruación: “me siento parte/ de la naturaleza./Todos los meses esta comunión del alma y el cuerpo(…)el cerebro recogido volviéndose vientre” maternidad: “va creciendo como un puño que se abre/ el hijo que sembraste.” menopausia: “menopaúsica o no,/ una mujer sigue siendo una mujer; mucho más que una fábrica de humores/ o de óvulos.” sobre erotismo: “hasta que entres en mí/con la fuerza de la marea y me invadas con tu ir y venir/ de mar furioso/ y quedemos los dos tendidos y sudados/ desnudos en la arena de las sábanas” un erotismo femenino que es poderoso e integrador ya que no diferencia el cuerpo del alma. Y en los últimos tiempos, poemas sobre su “avanzada juventud”, sobre cómo nos cambia el tiempo y a veces se puede sentir como una amenaza… “No sé cuándo dispuse rebelarme./No aceptar que sólo se me concedieran como válidos/los diez o veinte años con piel de manzana;/sentirme orgullosa de las señales/de mi madurez”…Siempre con un tono muy vitalista y directo, como de andar por casa, ya que busca la espontaneidad, “poemas que cualquiera pueda entender y gozar”. Y así es como consigue la identificación de las lectoras gracias a la intimidad de la experiencia femenina compartida. Casi como una jugosa conversación entre amigas. A través de su poesía desea que “olvidemos lo que nos han dicho que somos” y que nos sintamos plenas siendo lo que somos.
Hace unos años publicó su “Escándalo de miel” una antología poética que supone para ella otra forma de biografía (en prosa fue “El país bajo mi piel”) una selección de los que considera sus mejores poemas y que divide en tres partes, que reflejan su recorrido vital: el erotismo, la conciencia femenina y la conciencia social. El libro se acompaña de un CD en el que lee sus mejores poemas ya que le gusta continuar con la tradición oral de su país donde la gente aprende a leer poesía en voz alta y es como “relamer la poesía”. Ahora, viviendo entre Estados Unidos y Nicaragua, dice que milita en la vida y que mientras se siga haciendo preguntas seguirá escribiendo poesía.
Estos son algunos de los poemas que más me gustan de ella y entre sus obras en prosa recomiendo el delicioso cuento “El taller de las mariposas” y la fantástica novela “El infinito en la palma de la mano”. A disfrutar y a relamerse.
Sabor de Vendimia
Recuerdo el terror de las primeras arrugas.
Pensar: Ahora sí. Ya me llegó la hora.
Las líneas de la risa marcadas sobre mi cara
aún en medio de la más absoluta seriedad.
Yo, frente al espejo,
intentando disolverlas con mis manos,
alisándome las mejillas, una y otra vez,
sin resultado.
Luego fue la mirada furtiva de mi reflejo
en los escaparates
preguntarme si la luz del día las haría más evidentes,
si el que me observaba desde la otra acera
estaría censurando mi incapacidad de mantenerme joven,
incólume ante el paso del tiempo.
Viví esas primeras marcas de la edad
con la vergüenza de quien ha fallado.
Como una estudiante que reprueba el examen
y debe caminar por la calle
con las malas notas expuestas ante todos.
Las mujeres nos sentimos culpables
por envejecer,
como si pasada la juventud de la belleza,
apenas nos quedara que ofrecer,
y debiéramos hacer mutis;
salir y dejar espacio a las jóvenes,
a los rostros y cuerpos inocentes
que aún no han cometido el pecado
de vivir más allá de los treinta o los cuarenta.
No sé cuándo dispuse rebelarme.
No aceptar que sólo se me concedieran como válidos
los diez o veinte años con piel de manzana;
sentirme orgullosa de las señales
de mi madurez.
Ahora,
gracias a estos razonamientos
cada vez me detengo menos
frente al espejo.
Paso por alto
la aparición de
inevitables líneas
en el mapa de vida del rostro.
Después de todo,
el alma,
afortunadamente,
es como el vino.
Que me beba quien me ame,
que me saboree.”
Caminata matutina
A la orilla del mar
el tiempo tiene su propio andar y es azul.
Soy una mujer que camina por las mañanas
entre palmeras
contemplando el océano a sus pies,
la que apacigua olas embravecidas
puliendo la piedra poma de su corazón.
Bordeando helechos y macizos de flores violeta
voy por la vereda donde pasean los ancianos
donde las madres se sientan a amamantar a sus niños.
Esta humanidad celebra la luz y la brisa
y se goza con los jardines de rosas
En el pasto, el hombre mayor se sienta a meditar
con los ojos cerrados
espalda a espalda con el joven
en posición de loto.
El hombre mayor inmóvil mientras el muchacho se balancea
casi
imperceptiblemente y sus ojos parpadean.
Quisiera ser como los ángeles
que escuchan los pensamientos secretos de los hombres.
Pasa una mujer con su perro de pelo brillante
Una niñera de mirada ausente cuida al niño pelirrojo.
Si pudiera escucharlas
me sentiría menos sola.
Las grandes ciudades tienen su manera de ser playas
y los seres humanos nuestro modo de ser arena diminuta
en la marea constante de la vida.
(de “Mi íntima multitud”)
(de “Sótanos de Mujer” )
…Es así que por días
dejo de ser la persona familiar
en la que usualmente me acomodo
y me convierto en la mujer
que desgarra vestiduras
tras su sombra…
(…) “Mujeres de los siglos me habitan:
Isadora bailando con la túnica
Virginia Woolf, su cuarto propio
Safo lanzándose desde la roca
Medea Fedra Jane Eyre
y mis amigas
espantando lo viejo del tiempo
escribiéndose a sí mismas
sacudiendo las sombras para alumbrar perfiles
y dejarse ver por fin
desnudadas de toda convención
Mujeres danzan a la luz de mi lámpara
se suben a las mesas dicen discursos incendiarios
me sitian con los sufrimientos
las marcas del cuerpo, el alumbramiento de los hijos
el silencio de las olorosas cocinas, los efímeros tensos dormitorios
mujeres enormes monumentos me circundan
dicen sus poemas cantan bailan recuperan la voz
dice: No pude estudiar latín no pude escribir como Shakespeare
Nadie se apiadó de mi gusto por la música
George Sand: Tuve que disfrazarme de hombre, escribí oculta en el
nombre masculino
Y más allá Jane Austen acomodando las palabras de “Orgullo y Perjuicio”
en un cuaderno en la sala común de la parroquia
interrumpida innumerablemente por los visitantes
Mujeres de los siglos adustas envejecidas tiernas
con los ojos brillantes descienden a mi entorno
ellas perecederas inmortales
parecieran gozar detrás de las pestañas
viendo mi cuarto propio”(…)
Y Dios me Hizo Mujer
“Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.”
Estoy viva como fruta madura…
“Estoy viva
como fruta madura
dueña ya de inviernos y veranos,
abuela de los pájaros,
tejedora del viento navegante.
No se ha educado aún mi corazón
y, niña, tiemblo en los atardeceres,
me deslumbran el verde, las marimbas
y el ruido de la lluvia
hermanándose con mi húmedo vientre,
cuando todo es más suave y luminoso.
Crezco y no aprendo a crecer,
no me desilusiono,
ni me vuelvo mujer envuelta en velos,
descreída de todo, lamentando su suerte.
No. Con cada día, se me nacen los ojos del asombro,
de la tierra parida,
el canto de los pueblos,
los brazos del obrero construyendo,
la mujer vendedora con su ramo de hijos,
los chavalos alegres marchando hacia el colegio.
Si.
Es verdad que a ratos estoy triste
y salgo a los caminos,
suelta como mi pelo,
y lloro por las cosas más dulces y más tiernas
y atesoro recuerdos
brotando entre mis huesos
y soy una infinita espiral que se retuerce
entre lunas y soles,
avanzando en los días,
desenrollando el tiempo
con miedo o desparpajo,
desenvainando estrellas
para subir más alto, más arriba,
dándole caza al aire,
gozándome en el ser que me sustenta,
en la eterna marea de flujos y reflujos
que mueve el universo
y que impulsa los giros redondos de la tierra.
Soy la mujer que piensa.
Algún día
mis ojos
encenderán luciérnagas.”
Publicado en Gansos Salvajes magazine